Pan casero y semiintegral con el delicioso toque dulce de la miel. Ideal para desayunos y meriendas, aunque combina con todo.
Llevabais tiempo pidiéndome una receta de pan casero y siempre había estado reacia, ya que hacer un buen pan no es nada fácil y a mí todavía me queda mucho que aprender. Pero este pasado fin de semana preparé un pan dulce riquísimo para desayunos y por fin me he decidido a publicar la receta para que vosotros también podáis prepararlo.
Es un sustituto perfecto de la bollería, que, de lo rico que está, podéis tomar solo o bien acompañado de queso, fruta o crema de frutos secos, ya que pega con todo. Al llevar aceite de oliva, es muy jugoso, su miga es tierna, suave y esponjosa, y la corteza es fina y crujiente, de aspecto rústico. Yo lo he preparado con mitad harina panadera blanca ecológica y mitad harina integral, para que estuviera más jugosa; si preferís usar toda integral, tened en cuenta que vais a necesitar algo más de agua para que no quede seca y aún más tiempo de amasado para que forme buena miga. Os recomiendo que probéis primero con esta receta y que luego variéis según el gusto.
Para los principiantes que no habéis hecho nunca pan de verdad (esos espelta en molde casi sin amasado que circulan por Instagram y que son como bizcocho no cuentan), es posible que al principio os cueste bastante amasar esta receta, ya que vamos a trabajar con una masa bastante hidratada, es decir, que va a ser algo líquida al principio, se nos va a pegar mucho a las manos (lo que potencia el uso de harina integral) y va a tardar en ponerse dura. Pero pase lo que pase, no caigáis en la tentación de añadir más harina, porque os quedará un pan seco y denso. Esta receta lleva estas proporciones. Si tenéis robot de cocina con gancho amasador, podéis usarlo. Si no, amasad a mano con la técnica de los reposos: amasad 10 minutos y dejad reposar 5 minutos, y repetid hasta que la masa esté lista. El proceso entero de masado os va a llevar más de media hora, así que aseguraos de tener tiempo suficiente y, sobre todo, ¡de no desesperaros! Si no amasáis bien, el gluten no se activará y la miga no será consistente (es decir, se desmigará como los bizcochos).
Un par de apuntes: hemos usado levadura de panadería y no masa madre. Esto se debe, simplemente, a que a mí no me gusta el sabor ácido del pan con masa madre, así siempre hago mi pan con levadura. Tened claro que el pan de masa madre no es para nada más saludable que el pan de levadura ni tiene más propiedades (simplemente sabe distinto), ni las levaduras son en absoluto perjudiciales para la salud. Un pan de levadura tiene rotundamente el mismo valor nutricional que un pan de masa madre; la única ventaja que tiene este último es que aguanta más tiempo sin ponerse duro (el de levadura estará incomible al día siguiente). Yo lo que hago es cortar el pan en rebanadas en cuanto se enfría y congelarlas. Luego las tuesto al horno unos minutos y está casi mejor que recién hecho.
Los que seáis más panarras os habréis dado cuenta de que uso muchísima levadura en esta receta. Lo hago para que la fermentación sea rápida y el pan crezca mucho en poco tiempo. Como el sabor que quiero potenciar es el de la miel y el aceite de oliva, tampoco me interesa especialmente una fermentación larga. Si preferís una fermentación mayor, simplemente reducid la cantidad de levadura (o usad masa madre).
Si preparáis este pan, me encantaría ver cómo os ha quedado y vuestra opinión. Subid la foto a Instagram y etiquetadme a mí, @avenayaguacate, y el hashtag #avenayaguacate. Me encanta ver vuestras versiones.
Pan dulce con miel y aceite de oliva
Tiempo de preparación: 30-40 minutos para la masa, 1 hora de fermentación, 15 minutos de reposo y 20-25 minutos de horneado
Raciones: una hogaza de 1 kg (aprox. 24 rebanadas)
Valor energético (por rebanada): 100 kcal
Ingredientes
- 300 g de harina integral de trigo
- 300 g de harina blanca panificable de trigo
- 350 ml de agua tibia
- 50 ml de leche
- 80 g de miel
- 40 ml de aceite de oliva
- 10 g de levadura seca de panadería
- 9 g de sal
Preparación
- En un bol grande, mezcla las harinas y la levadura. Añade a continuación el resto de los ingredientes y remueve hasta que estén todos integrados.
- Vierte entonces la masa en la superficie de trabajo enharinada y amasa hasta que quede una masa elástica (puedes seguir el método que explico más arriba). Sabrás que está lista cuando puedas formar una bola con la masa y no se desparrame, y cuando tires de un trocito de la masa y no se rompa.
- Cubre un bol con un paño bien enharinado, introduce la masa, tapa el bol con papel film y deja fermentar media hora. Saca la masa del bol, colócala en la superficie de trabajo, aplánala ligeramente formando un rectángulo y dobla los cuatro lados hacia el interior, como formando un sobre. Esto se llama «plegado» y lo hacemos para reducir la cantidad de aire que se haya formado en la fermentación. Devuelve la masa al bol y deja fermentar media hora más.
- Transcurrido ese tiempo, saca la masa del bol y dale la forma deseada. Yo le he dado forma de hogaza alargada. Deja reposar durante unos 15 minutos, mientras se precalienta el horno.
- Precalienta el horno a 240 ºC, con calor en todas las direcciones, sin ventilador ni resistencia y con una bandeja llena de agua y piedrecitas en la base, para generar vapor. Este vapor es importante para que el pan siga creciendo los primeros minutos de horneado.
- Coloca el pan en una bandeja de horno caliente y hornea durante 20-25 minutos. Mantén la bandeja con agua solo los 10 primeros minutos. Luego retírala o la corteza no quedará crujiente.
- Deja enfriar el pan en una rejilla antes de cortarlo.
Qué buenísima pinta tiene. Muchas gracias por la receta 🙂